Allí estaban los dos. Pegados nariz con nariz. Respirando de forma entrecortada. Muertos de miedo.
¿Y por qué? Pues no lo sabían, puede que por el miedo a tener que agacharse para recoger el corazón del suelo.
Y ninguno de los dos se atrevía a dar el paso. Sus labios estaban a escasos centímetros y viendo la situación, podrían pasarse así la eternidad.
¿Y por qué? Pues no lo sabían, puede que por el miedo a tener que agacharse para recoger el corazón del suelo.
Y ninguno de los dos se atrevía a dar el paso. Sus labios estaban a escasos centímetros y viendo la situación, podrían pasarse así la eternidad.
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